Bienvenido a esta recopilación, que ya es una tradición navideña. Con este, van doce años compartiendo algunas de mis lecturas anuales. Comenzamos con los libros de divulgación, y después comentaré brevemente el resto de lecturas: ensayo no científico, novela y cómics. Han sido 25 en papel y 8 en formato electrónico. En total, 33. Lejos de mis mejores registros, pero es lo que hay. Ahí va la 'metafoto'.
sábado, 31 de diciembre de 2022
Algunos libros de divulgación que he leído en 2022
viernes, 15 de julio de 2022
'200 libros para disfrutar', de Luis Alberto de Cuenca [Reseña]
Ya puedo retirarme, colgar las botas, soltar el bolígrafo y el teclado y no escribir más. ¿El motivo? Pues es bien sencillo: Mi libro Del mito al laboratorio ha sido seleccionado por el gran Luis Alberto de Cuenca para formar parte de una antología de reseñas con las obras que le han hecho disfrutar estos últimos años.
Y para devolver la jugada, a modo de metareseña borgiana, pues os dejo unas palabras que he escrito sobre este libro recopilatorio:
«Decía Borges que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres. Y añado yo otra ‘abominación', parafraseando al maestro argentino, la de este libro de reseñas de Luis Alberto de Cuenca, que multiplican la lista de lecturas pendientes para cualquiera que se atreve a asomarse a este precipicio, que es más que una muestra contundente de su frenesí devorador de libros.En 200 libros para disfrutar, el recorrido por sus más de 500 páginas puede hacerse de forma ordenada, o bien, encomendándose a la diosa Tique/Fortuna y abriendo cualquier página al azar. El resultado siempre será el mismo, el de ir encontrando una necesidad lectora tras cada reseña, comentario sobre un autor/a o prólogo de un libro.En un universo utópico, lo ideal sería acudir a cada obra que nos atraiga o nos despierte especial interés, pero eso es un imposible reservado para algún dios inmortal que disponga del tiempo suficiente para abarcar tal proeza. Todas las propuestas tienen su interés.Más realista sería el planteamiento de abordar este ensayo con el fin de para pasar un rato de lo más agradable con el estilo de Luis Alberto, con su prosa poética, que convierte las palabras en música. Además, y es algo que nos pasa a todos los lectores compulsivos, esta obra se convierte en una bitácora personal que nos puede servir para acercarnos a la vida y obra de un genio de las letras como lo es este poeta y humanista.Al fin y al cabo, ¿qué mejor diario existe que recoger y ordenar el placer de la lectura cotidiana? y ¿qué mejor manera hay para conocer a una persona que pasear por su biblioteca?...Estáis avisados por si os metéis en este jardín, un jardín donde los senderos se bifurcan y se convierten en un laberinto de libros que llevan a otros libros. Yo ya estoy perdido. No me busquéis».
jueves, 14 de julio de 2022
'El peligro de estar cuerda', de Rosa Montero [Reseña]
sábado, 9 de julio de 2022
Una recomendación para el verano: 'Sin noticias de Gurb'
Fuente | El país |
No se me ocurre mejor recomendación literaria para despertar (o calmar) la sed de lectura durante este verano, que revisitar Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza.
La primera vez que lo leí fue en el verano de 1990, donde el diario El País publicó por entregas esta joya durante el mes de agosto. Desde las primeras páginas me quedé enganchado a este diario de un extraterrestre que, adoptando la forma de la cantante Marta Sánchez para «pasar desapercibido», inicia una búsqueda de su compañero Gurb desaparecido en la Barcelona preolímpica. Cada día esperaba con ansia que mi padre trajera el periódico a nuestra casa de la playa.A Sin noticias de Gurb se la ha calificado de lectura ligera, banal, de travesura o de ser una obra menor. Y así es, sin más. Pero la magia está precisamente ahí. Para mí es una obra maestrea del surrealismo y una de las novelas que más adicción y risas me ha producido desde la primera página.
jueves, 30 de junio de 2022
'Homo imperfectus', de María Martinón [Reseña]
Fuente | Diario de Burgos |
El hombre ilustrado (1951), de Ray Bradbury, es un clásico imprescindible de la ciencia ficción. Una obra que explora la naturaleza de la humanidad a través de dieciocho relatos entrelazados sobre un hilo conductor: el de unos tatuajes que cobran vida sobre la piel de un misterioso mendigo.
Homo imperfectus comparte muchas cosas con este libro de Bradbury. Aquí, la exploración lírica de la naturaleza humana se convierte en ciencia, en alta divulgación científica, de la mano de una mente brillante como la de María Martinón, referente internacional en su campo de investigación. Nos encontramos con un libro sobre evolución humana, donde emergen la imperfección convertida en adaptación, las enfermedades, el sufrimiento, la debilidad..., todo ello explicado bajo el enfoque de la evidencia científica y las teorías más actuales sobre evolución.Pero hay mucho más...
Porque la gran genialidad de este ensayo radica en los 'tatuajes' que cobran vida, en las referencias literarias constantes que son el reclamo de cada tema tratado, de cada libro que ha inspirado a María, una persona que ha crecido rodeada de libros, una amante de la literatura con mayúsculas. Y eso se nota.
Cada uno de sus once capítulos es un título de un libro elegido por María, sus 'tatuajes', el hilo de Ariadna que nos lleva al centro del laberinto. Cada tema analizado bajo la mirada evolutiva tiene su metáfora literaria. Qué difícil y qué bello al mismo tiempo. Cuesta trabajo no emocionarse con alguno de los fragmentos de este regalo divulgativo tan cargado de lirismo. Bueno, no cuesta trabajo, ocurre y ya está.
Cita María a Rachel Carlson, en concreto a su obra El sentido del asombro. Y nos recuerda que debemos vivir sin desligar el conocimiento del afecto y la emoción, debemos aprender a vivir con los ojos abiertos. Siempre. Hasta que todo termine. Lo importante es el viaje.
Viajad con Homo imperfectus, no os arrepentiréis. Y si hay que disfrutar del camino, siempre se puede volver a leer, siempre habrá un tatuaje por dibujar. ;)
sábado, 25 de junio de 2022
'La química al servicio del mal' [Vídeo]
Para este caluroso fin de semana os propongo un recorrido sobre los orígenes del veneno con finalidad criminal, desde la prehistoria hasta la actualidad. Esta charla la ofrecí hace unos meses dentro de ese maravilloso espectáculo de la ciencia que se llama Naukas Bilbao. Un evento coral que se celebra en el Palacio Euskalduna, durante un fin de semana de septiembre, desde hace más de una década.
Espero que paséis un buen rato. Son menos de diez minutos y las bromas de Vladimir Putin ya no tienen demasiada gracia, por desgracia. Nunca mejor dicho.
viernes, 17 de junio de 2022
El 'Einstein' escocés [Documental sobre James Clerk Maxwell]
El pasado lunes 13 de junio se cumplieron 191 años del nacimiento de una de las figuras más importantes de la ciencia del siglo XIX, un titán de la física y las matemáticas al que le debemos la unificación de la electricidad, el magnetismo y la luz como propiedades distintas de un único fenómeno de la naturaleza, entre otros muchos logros. Su nombre, James Clerk Maxwell.
Sobre Maxwell se han escrito ríos de tinta, incluso sobre su peculiar personalidad. Yo mismo me atreví a ello en este blog hace doce años: ¿Fue James Clerk Maxwell lo que calificaríamos ahora como un "nerd"? Resulta curioso porque el término 'nerd' ya prácticamente no se usa... Pero no nos desviemos, porque mi propuesta para este caluroso finde es un documental de la BBC que he descubierto esta tarde y que me ha encantado.
El presentador es el geólogo escocés Iain Stewart, que comienza el programa preguntando por la calle a los transeúntes con la foto de James Clerk Maxwell en la mano. Y lo hace junto a la estatua de Maxwell en su Edimburgo natal. Os podéis imaginar el resultado...
Aquí está el documental en inglés, pero si activáis los subtítulos automáticos de Youtube se puede seguir perfectamente. Que no os asuste el acento scottish. ;)
lunes, 13 de junio de 2022
'El ascenso del hombre', de Jacob Bronowski [Reseña]
En 1973 la cadena británica de televisión BBC estrenó la serie documental El ascenso del hombre (The ascent of man) con la inconfundible presencia del científico y divulgador británico de origen polaco Jacob Bronowski (1908-1974), autor original del guion y conductor de la serie. Una serie en la que las palabras que dan comienzo al primer episodio, pronunciadas con el característico acento de Bronowski, permanecen imborrables en la memoria de todos aquellos que la han visto.
«El hombre es una criatura singular. Tiene toda
una gama de cualidades que lo convierte único entre todos los animales; por lo
tanto, a diferencia de ellos, no es una mera figura del paisaje: es un
modelador del paisaje […]
Y toda la serie de inventos e invenciones,
mediante los cuales época tras época el hombre ha cambiado su medio ambiente,
conforman una clase diferente de evolución -una que no es biológica, sino que
se trata de una evolución cultural-. Llamo a esa brillante secuencia de cumbres
culturales alcanzadas el ascenso del hombre».
Tras la popular acogida cuatro años antes de la mítica Civilisation,
de Sir Kenneth Clarke, la BBC se planteó una continuación de esta última desde
otra perspectiva distinta, en la que la idea del arte como fuerza impulsora de
la cultura y la ciencia fuera la fuerza motriz. Para esta difícil tarea se
buscó a Jacob Bronowski, un divulgador científico muy conocido por sus
apariciones en radio y televisión, como el mejor candidato. Bronowski aceptó y
durante 13 episodios, rodados en más de 30 países distintos, se sumergió en un
fascinante viaje hacia las profundidades del ser humano a través de la ciencia,
el humanismo y el arte. Y nos sumergió con él, como nunca antes se había hecho
en la pequeña pantalla, para contárnoslo en primera persona.
Tal fue el éxito en el Reino Unido que cuando fue emitida su influencia posterior cruzó el océano Atlántico para convertirse en la serie que se reconoce como obra inspiradora de la celebérrima Cosmos: un viaje personal, de Carl Sagan de 1980. Al finalizar la emisión de la serie, algo que también ocurrió con Cosmos, se editó un libro homónimo adaptando el contenido de los episodios de forma prácticamente literal. Un libro que hemos podido disfrutar recientemente traducido al español con un emotivo prólogo del zoólogo Richard Dawkins.
Pero aunque la serie original mantiene su carácter lírico e inspirador lo cierto es que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo y los efectos visuales producen cierto sonrojo acostumbrados como estamos a los diseños digitales de documentales más recientes. No ocurre así con el libro. Un libro que convierte en poesía la historia de la ciencia, el conocimiento y la invención tecnológica, desde los primeros homínidos y sus herramientas hasta la era de la exploración espacial. Con Bronowski viajaremos a la Isla de Pascua y a las cuevas de Altamira, conoceremos la biblioteca de Isaac Newton, pasearemos por la Alhambra de Granada, la Grecia de Euclides y pondremos una vela en la tumba de Ludwig Boltzmann. Quedaremos deslumbrados con los constructores de las catedrales, con artistas del Renacimiento o de la dinastía Shang, con las maravillas del arte antiguo y moderno, con William Blake, Milton y Einstein, el dominio del átomo, la teoría de la relatividad y la complejidad del cerebro humano. Y con mucho más.
El ascenso del hombre es un libro excepcional, uno de esos libros que se deben releer conforme se van sumando dígitos en las velas de las tartas de cumpleaños. Una obra que nos traslada mágicamente en el espacio y el tiempo a los lugares -geográficos e intelectuales- del universo donde la humanidad ha culminado su ascenso. Con sus luces pero también con sus sombras. Como ocurre al final del capítulo once, donde un desgarrado Bronowski desde el campo de concentración de Auschwitz nos sorprende con una advertencia que bien podríamos aplicar al posmodernismo que nos rodea.
«Se dice que la ciencia
deshumanizará a la gente y la transformará en números. Eso es falso,
trágicamente falso. Mire usted mismo. Fíjese en el campo de concentración y en
el crematorio de Auschwitz. Ahí es donde a la gente se la convirtió en números.
En el estanque que allí se encuentra fueron arrojadas una gran parte de las
cenizas de unos cuatro millones de personas. Y eso no lo hizo el gas. Lo hizo
la arrogancia. Lo hizo el dogma. Lo hizo la ignorancia. Cuando la gente cree
firmemente que es poderosa del conocimiento absoluto, sin ponerlo a prueba a
través de la realidad, así se comportan. Esto es lo que hacen los hombre cuando
aspiran a tener un conocimiento propio de los dioses».
Leed a Bronowski. Leed El ascenso del hombre o ved la serie. Y disfrutad de la experiencia. :))
PS.- Hace casi una década os dejé por aquí la serie, que en aquel momento estaba en Youtube y hasta subtitulada en español. Ya no está disponible, lo siento :(
Pero os dejo este homenaje:
lunes, 6 de junio de 2022
Antonio de Ulloa y Newton
El 25 de marzo de 1726 se publica en la ciudad de Londres la tercera edición del libro Philosophiæ naturalis principia mathematica (conocido como los Principia), del gran Isaac Newton, una de las obras más importantes, revolucionarias e influyentes de la historia de la ciencia, por no decir la más importante. Se imprimieron 1250 copias, en total, cuidadosamente encuadernadas en piel de Marruecos. Y una de de estas copias llegó dos décadas después a las manos de un joven e intrépido marino español, que permanecía apresado por corsarios ingleses cuando participaba en una expedición científica, y que acabó siendo nombrado miembro de pleno derecho de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, la Royal Society. Su nombre, Antonio de Ulloa.
Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt (Sevilla, 1716 – San Fernando, 1795) fue una de las figuras más destacadas de la Ilustración española como escritor, científico y naturalista. Hijo del aristócrata Bernardo de Ulloa, con solo catorce años se embarcó en el galeón San Luis hacia las Antillas para regresar dos años más tarde al puerto de Cádiz. Ingresa unos meses después en la recién creada Real Academia de Guardias Marinas y en 1735 fue destinado, con diecinueve años y el rango de teniente de fragata, como representante de la corona española junto a Jorge Juan y Santacilia en la Misión geodésica francesa, una ambiciosa expedición científica que pretendía medir un grado del arco de meridiano en el ecuador terrestre.
Fuente | BNE |
El fin último de esta expedición era el de zanjar la discusión por la forma de la Tierra que enfrentaba a la comunidad científica entre los newtonianos, que sostenían la forma achatada por los polos, y los cartesianos (como los franceses Piccard, La Hire y Cassini), que decían que lo estaba por el ecuador.
En paralelo, se envió otra expedición a Laponia encabezada por el astrónomo Pierre Louis Maupertuis y en la que participó activamente el sueco Anders Celsius, creador de la escala de temperatura centígrada que lleva su nombre. Y fue esta segunda expedición en las frías regiones del Ártico la que demostró que la Tierra está achatada en los polos, dando la razón a los newtonianos. El filósofo francés Voltaire, que estuvo muy atento al desarrollo de estas misiones por el alcance científico y político, escribió: «Han confirmado con mucha transpiración lo que Newton descubrió sin salir de su habitación».
Durante la expedición francesa en Perú de 1735, un marinero galo descubrió casualmente unos nódulos de arcilla grisácea mientras caminaba por un estuario y se lo entregó a Ulloa. En la arcilla se encontraban unos trozos de un extraño metal plateado que ya era conocido desde tiempo atrás en América del Sur. Ulloa se dio cuenta inmediatamente de que se encontraba delante de un nuevo elemento metálico, el platino, y se le considera su descubridor, pero no sin cierta polémica porque no llegó a aislarlo o a estudiar sus propiedades. El joven teniente de fragata bautizó al metal como platina del Pinto («plata pequeña del río Pinto»), o simplemente platina, y fue posteriormente el insigne químico británico Humphrey Davy el que le dio el nombre definitivo con el que lo conocemos en la actualidad.
Pese al adelanto y el éxito de la misión en Laponia, los resultados científicos de la expedición en Perú y Ecuador fueron muy importantes y productivos para la ciencia del siglo XVIII. Se midió con más exactitud el arco del meridiano, se hicieron medidas de la gravedad a varias altitudes y se realizaron valiosas medidas de la velocidad del sonido.
En agosto de 1745, durante el viaje de regreso a España a bordo de la fragata Délivrance, Antonio de Ulloa fue capturado por un navío británico y enviado preso a Inglaterra. Se le incautó toda la documentación científica que traía de su expedición y se la remitió a la Royal Society. Varios miembros se interesaron por el trabajo de Ulloa, entre ellos se encontraba el entonces presidente Martin Folkes, un brillante matemático que fue nombrado vicepresidente por el mismísimo Isaac Newton en 1923. Folkes entabló amistad con Ulloa en el proceso de recuperación de su trabajo requisado y quedó asombrado con la recopilación de datos científicos en su década de investigación en las Américas. Tanto es así, que Ulloa fue nombrado miembro de la Royal Society en diciembre de 1746 en justicia con su trabajo y sus descubrimientos. Un poco antes, a mitad de ese año de 1746, Martin Folkes le regaló a su amigo sevillano un ejemplar de los Principia de Newton, en su tercera edición, con la siguiente dedicatoria en un latín poco ortodoxo: «Viro doctrina simul et moribus spectabili Dº Antonio de Ulloa, Hispalensi, auspicatum in patriam reditum omniaque dein felicia ex animo precatur. Martinus Folker, Regalis Societatis Londini Praeses, et Regia Scientiarum Academiae Parisiensis Socies. 3º Eid. May Anno salutis reparatae M.DCCC.XLVI».
Ese ejemplar de los Principia se encuentra en la actualidad en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y era uno de los seis libros de Isaac Newton de la fabulosa biblioteca personal del gran Antonio de Ulloa, el marino que leía a Newton.
Recordadlo cuando veáis su nombre en alguna calle o centro educativo de la región de Murcia. ;)
sábado, 28 de mayo de 2022
El enigma cartagenero de Turing
Alan Turing| Fuente |
Con más de 2.500 años de historia, la ciudad de Cartagena es uno de los mejores destinos turísticos culturales de nuestro país, una visita imprescindible que nunca defrauda. El imponente Teatro Romano, construido en tiempos del emperador Augusto en el siglo I a.C., el Barrio y Museo del Foro Romano junto con el recién inaugurado Parque Arqueológico del Molinete, o los refugios de la Guerra Civil, ocupan merecidamente los primeros lugares en prácticamente todas las guías para el visitante. Pero esta ciudad esconde rincones más desconocidos, aunque no por ello menos interesantes.
Fuente: Wikimedia Commons |
El Museo Histórico Militar (Plaza de las Puertas de La Serreta, s/n) recoge la historia de la artillería y de las unidades asentadas en la ciudad de Cartagena desde el siglo XV hasta la actualidad. Situado en un imponente edificio neoclásico que albergaba un antiguo cuartel militar, la actividad expuesta ocupa dos plantas alrededor de un patio central. Cañones de todo tipo y procedencia, municiones, armas ligeras, uniformes y una impresionante colección de maquetas de vehículos militares, llenan los espacios y salas de este magnífico museo. Y es precisamente en una de esas salas donde podemos contemplar un curioso artilugio que puede pasarnos desapercibido ante la imponencia bélica de otros objetos. Se trata de un instrumento con teclado alfabético, que se asemeja a una máquina de escribir antigua, que esconde una de las hazañas más apasionantes de la ciencia y la historia de la Segunda Guerra Mundial.
Tras la Primera Guerra Mundial, los alemanes Arthur Scherbius y Richard Ritter fundaron una empresa de ingeniería en la que mejoraron para su comercialización una ingeniosa máquina compuesta de rotores, a la que llamaron Enigma, utilizada para cifrar y descifrar mensajes codificados. La máquina Enigma, en sus distintas versiones, salió inicialmente a la venta para un uso militar pero también estaba disponible para empresas que buscaban una comunicación interna entre sus sedes que no pudiera ser captada por la competencia.
Fuente propia |
Sin embargo, fue en la Segunda Guerra Mundial donde la Enigma tuvo su uso más relevante, con su merecida fama de ser indescifrable, como medio habitual de comunicación codificada de las tropas nazis por. Hasta que llegó nuestro protagonista de hoy, Alan Mathison Turing, un brillante matemático que nació en Londres en 1920 y al que se le considera como uno de los padres de la ciencia de la computación y de la informática moderna.
Alan Turing lideró en Bletchley Park —un emplazamiento militar secreto ubicado en una mansión victoriana al sureste de Londres— a un equipo multidisciplinar de criptógrafos que consiguieron descifrar el código de la máquina Enigma, con la consiguiente y vital ventaja bélica de anticipación de maniobras del enemigo. A finales de 1939 y mediados de 1940, Turing y el también matemático Gordon Welchman, desarrollaron una máquina a la que bautizaron como Bombe, con la que consiguieron descifrar con éxito algunas de las transmisiones con la Enigma.
Algunos historiadores estiman que gracias a Alan Turing la Segunda Guerra Mundial duró dos años menos de lo que realmente duró y se salvaron millones de vidas. Lejos de ser aclamado y reconocido como un héroe de guerra, Turing tuvo un triste e infame final.
En 1952, siendo ya un científico de prestigio, fue arrestado por mantener relaciones con otro hombre. Con la convicción de que no tenía por qué ocultar su condición sexual ni arrepentirse de nada, no se defendió de los cargos y reconoció su homosexualidad. Fue condenado por ello. Para evitar la cárcel, se sometió a un tratamiento hormonal de castración química con estrógenos sintéticos para reducir la libido, algo que lo destrozó en su aspecto físico y lo condujo a una profunda depresión. Dos años después, Turing apareció muerto en su casa de Wilmslow. Tenía 41 años.
Sabemos que su muerte fue debida a una intoxicación aguda con cianuro potásico, pero nunca se ha podido aclarar si fue de forma voluntaria o accidental. Alan Turing murió envenenado lentamente por los prejuicios y el odio de la sociedad que lo señaló y condenó por su condición sexual, algo que es más letal que el peor cianuro.
sábado, 21 de mayo de 2022
Los catasterismos de la Ciencia murciana
María Cascales tuvo su merecido 'catasterismo' en 2018| Fuente |
La ciencia constituye el mejor instrumento del que disponemos para entender todo lo que nos rodea, pero también nos sirve para facilitarnos vivir más tiempo y con más calidad. Y aquellas y aquellos que lo han hecho posible, con sus nombres y apellidos, merecen su catasterismo.
Mientras tanto, podéis ir mirando nombres de calles, plazas, institutos, etc. a ver si reconocéis alguno.