Si algún lector habitual ha asistido durante estos últimos años a alguna de mis charlas divulgativas sobre los venenos a través de la Historia, reconocerá enseguida a nuestra protagonista de hoy: Locusta, la esclava envenenadora.
Para hablar sobre ella tendremos que remontarnos a la convulsa Antigua Roma del siglo I d.C. durante el mandato de los emperadores Calígula y Claudio. Tal fue su fama que se le atribuyen más de 400 asesinatos mediante el uso de arsénico y setas tóxicas. Locusta fue una esclava de la Galia que tras huir de un marido maltratador, al que asesinó no sabemos si con veneno o de otra forma, huyó a Roma para buscar fortuna aprovechando su extenso conocimiento de plantas y hongos, tanto con fines medicinales como con otros usos más oscuros.
No hay muchos datos de la actividad de Locusta al servicio de Calígula pero sí que parece estar más documentado que entró en la nómina de Agripina la Menor, tras ganarse su reputación en las laderas del monte Palatino a donde acudían hombres y mujeres para recibir ponzoñas bien calculadas, y cuyo talento llegó hasta lo más alto de la nobleza romana.
Tras la ejecución de la emperatriz Mesalina por traición, el emperador Claudio contrajo matrimonio por cuarta vez con su sobrina Agripina, la hermana del fallecido Calígula y madre soltera de un tierno infante llamado Nerón. Claudio aportó al mantrimonio a su hijo Británico que, en principio, era el heredero al trono. Pero Agripina tenía otros planes y ahí es donde entró en acción Locusta.
En cuanto Claudio accedió a que Nerón fuera nombrado como sucesor en perjuicio de Británico, Agripina quiso adelantar la sucesión de su amado hijo y le preparó una sabrosa cena a base de setas -proporcionadas por Locusta- a su esposo, que murió entre fuertes dolores y convulsiones. Británico no duró mucho más y también fue envenenado poco antes de cumplir catorce años.
De esta manera, Nerón acabó siendo emperador (también intentó envenenar a su madre pero se cansó y la apuñaló) y el resto es la conocida secuencia que conocemos del cine... el incendio de Roma, los cristianos perseguidos y asesinados en el Coliseo... ¡NO!, el Coliseo se construyó después de esa época y Nerón nunca persiguió a los cristianos. O eso dicen los que saben.
El final de Locusta fue menos sutil que la muerte por envenenamiento. Fue condenada por el emperador Galba, sucesor de Nerón, a morir violada por una jirafa amaestrada para luego ser devorada por una manada de leones (Dammantio ad bestias). O eso se lee en algunos sitios (sí, en la Wikipedia). Pero no es así, no parece que fuera tan salvaje y morbosa la cosa. Las leyendas urbanas también existían en la antigua Roma. Y al final por ser mujer parece que el castigo tenía que ser ejemplarizante. Todo apunta a una simple ejecución por apuñalamiento o entrangulada.
Hasta aquí la historia y ahora un poco de ciencia.
El veneno favorito de Locusta era el proporcionado por la Amanita phalloides, un hongo del orden Agaricales bastante peligroso por contener amatotoxinas y falotoxinas, y que se considera responsable de la mayoría de muertes por intoxicación accidental tras su consumo.
Las toxinas de la Amanita phalloides bloquean la trascripción de las enzimas ARN polimerasa 1 y 2 en los organismos eucariontes, como nosotros, provocando necrosis en el hígado y los riñones.
Recordad, todas las setas son comestibles. Todas, sin excepción. La única pega es que hay algunas que solo se pueden comer una vez.