[Nota inicial: Se puede consultar el resto de entregas de la serie sobre la influencia de la mitología en la ciencia desde este enlace]
Representación típica de Amón
durante el Nuevo Reino | Fuente
En la mitología egipcia al dios egipcio Amón (Amén, Amún) se le aplicaba el epíteto de «rey de los dioses», hecho que hizo que los griegos lo asimilaran con Zeus. A Amón se le representaba con una cabeza de carnero con cuernos retorcidos. Era tenido como dios que mantenía la creación y de la fertilidad. Su esposa era Amonet o Amenet, una diosa protectora personificación del viento del norte, dador de vida.
Un gas, un fósil y una gema
El amoniaco recibe su nombre procedente del término griego ammōniakón, que significa «del oásis de Amón». Conocido desde la antigüedad, el historiador Herodoto lo menciona como presente en forma de efluvios (ahora sabemos que era cloruro de amonio) en unos depósitos de sal cerca del templo de Amón en la actual Libia donde se calentaba estiércol de camello. Parece ser que el nombre se lo puso el químico sueco Torbern Bergman (1735-1784), famoso por sus aportaciones en la notación de la Química.
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Templo de Karnak, el gran santuario de Amón | Fuente |
El amoniaco (NH3) es un gas incoloro con un olor muy característico. Y su importancia en la última centuria ha sido objeto de ríos de tinta, desde la revolución de la agricultura como fertilizante hasta su uso como precursor de explosivos, industria textil y un largo etcétera.
Los amonites, moluscos cefalópodos que vivieron hace 400 millones de años en el periodo Devónico Medio se llaman así por Plinio el Viejo (23-79 d.C), que en su Historia Natural asoció estos fósiles al cuerno de Amón por su forma enrrollada, en latín Amonius cornu. De ahí derivó hacia la voz Ammonite.
Existe una preciada -y preciosa- gema de amonite, aunque no es la única, que le hubiera encantado particularmente a la diosa griega Iris por su deslumbrante carácter iridiscente. Fue descubierta cerca de Lethbridge, en Alberta (Canadá) y se expone en el Museo Americano de Historia Natural. ¿Quién dijo que los fósiles eran aburridos?
NOTA FINAL: Esta entrada ha sido posible gracias a Óskar González (@Oskar_KimikArte), profesor de la UPV/EHU, y todo un maestro en amalgamar la Química y el Arte. Echad un vistazo a su blog KimikArte y a sus colaboraciones con el Cuaderno de Cultura Científica, que son una absoluta delicia. Muchas gracias por ponerme en la pista de Amón, Oskar. :-)