Pandora y Epimeteo en pleno acto de pasión. El voyerista es Pan. | Fuente |
Epimeteo (en griego antiguo «el que reflexiona o llega más tarde») era en la mitología griega uno de los hijos del titán Jápeto y de la oceánice Clímene, siendo más conocido por ser hermano de Prometeo.
Y fue Prometeo quién desafió al poderoso Zeus y entregó el fuego a los mortales. En castigo a tal afrenta, Zeus mandó a Hefesto que moldeara en arcilla a Pandora, una bella y curiosa criatura a quién la diosa Atenea le insufló la vida. Fue Hermes, el astuto mensajero, el que siguiendo las instrucciones de la venganza de su padre Zeus preparó todo para que Epimeteo se casara con Pandora, pese a las advertencias previas de su hermano Prometeo.
En cuanto Pandora se instaló en el mundo de los mortales, abrió la tapadera de una vasija que traía con ella como regalo de bodas y esparció por el mundo enfermedades y castigos que antes no existían como el trabajo, la locura, la vejez... Solo la esperanza descansaba en el fondo de la vasija, de la caja de Pandora.
Epimeteo y Pandora engendraron una hija, Pirra, que contrajo matrimonio con el rey Deucalión, hijo de Prometeo y Pronea, y el equivalente griego al Noé de la Biblia. Tras el diluvio ordenado por Zeus para destruir la humanidad sobrevivieron Epimeteo, Pandora y su hija Pirra dentro de un arca, tras nueve días y nueve noches de lluvia interminable que arrasó la humanidad. Una vez a salvo viajaron a Delfos para consultar el oráculo con la finalidad de sulpicar a Zeus que repoblara la Tierra. Zeus accedió, y así, las rocas que arrojó Deucalión desde el monte Parnaso se convirtieron en hombres y las de Pirra en mujeres.
Una luna de Saturno y un asteroide
Con el nombre del titán Epimeteo se designó a uno de los satélites naturales de Saturno, descubierto en diciembre de 1966 por el astrónomo observacional estadounidense Richard L. Walker. Días antes, el astrónomo francés Audouin Dollfus desde el observatorio del pic du Midi de Bigorre de los Altos Pirineos franceses había descubierto un objeto muy similar, Jano, pero hubo que esperar a principios de los ochenta cuando la confirmación definitiva de que eran dos satélites distintos vino de la mano de la sonda Voyager I. Fue entonces cuando recibieron la denominación mitológica.
Epimeteo fotografiado por la sonda Cassini el 30 de enero de 2017 | Fuente |
Epimeteo es un un cuerpo helado, poroso y pequeño, tiene alrededor de 115 kilómetros de diámetro y presenta multitud de cráteres en su superficie, algunos de hasta 30 metros de ancho. La presencia de estos cráteres sugiere que debe ser bastante viejo. Gira en la misma órbita que Jano e intercambian sus posiciones orbitales (de exterior a interior y viceversa) alrededor de Saturno cada cuatro años.
En el cinturón de asteroides existe un objeto de unos ocho kilómetros de diámetro llamado Epimeteo, el (1810) Epimetheus. Le debemos su descubrimiento a los astrónomos Ingrid van Houten-Groeneveld, Cornelis Johannes van Houten y Tom Gehrels que lo observaron por primera vez desde el observatorio del Monte Palomar el 24 de septiembre de 1960. El asteroide Epimeteo tarda 1212 días en completar una vuelta al sol.
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Bonus:
Relacionado con la historia de la caja de Pandora no he podido evitar recordar un maravilloso diálogo de Sandman de Neil Gaiman, un duelo entre Sueño y un demonio sobre creaciones o conceptos cada vez más poderosos que se van destruyendo, y que os transcribo a continuación:
«Demonio: Muy bien. Yo muevo primero... Soy un lobo solitario, merodeador, asesino.
Sueño: Soy un cazador, a caballo, caza lobos.
Demonio: Soy un tábano, enemigo de caballos y cazadores.
Sueño: Soy una araña de ocho patas, comemoscas.
Demonio: Soy una serpiente, devora arañas, venenosa.
Sueño: Soy un buey, pesado, aplasta serpientes.
Demonio: Soy un antrax, bacteria destruye vidas.
Sueño: Soy un mundo en el espacio, dador de vida.
Demonio: Soy una nova que explota... quemando mundos.
Sueño: Soy el Universo... abarco las cosas, abrazo la vida.
Demonio: Soy la antivida, la bestia del juicio. Soy la oscuridad al fin de todo. Fin de universos, dioses, mundos... de todo. ¿Y qué serás tú, soñador?
Sueño: La Esperanza.
Demonio: Oh, pues yo soy, sss, yo... yo... no lo sé.»
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