miércoles, 6 de julio de 2016

La influencia de la mitología en la ciencia (32ª Parte): Magnes

[Nota inicial: Se puede consultar el resto de entregas de la serie sobre la influencia de la mitología en la ciencia desde este enlace]


Ilustración de Magnes el pastor (siglo XIX) | Fuente

Cuando se estudia la mitología en profundidad resulta inevitable no sentirse abrumado por la gran cantidad de datos y fuentes, que resultan prácticamente inabarcables por su extensión y complejidad. También es algo desesperante encontrarse con personajes e historias que varían según se busquen en uno u otro libro. De todas formas, la belleza del mito lo compensa todo y al final no importa tanta dispersión. Ni siquiera molesta porque al final te acostumbras.

En el caso de Magnes, tenemos varias versiones de su genealogía. Normalmente se le considera como el héroe de la región de Magnesia, hijo de Éolo y Enáreta (o de Zeus y la náyade Thyia), y padre de Díctis, Píero y Polidectes. Pero también lo podemos encontrar como hijo de Argo y Perímele, y padre de Himeneo. Además Magnes de Zakynthos  era uno de los pretendientes de Penélope, la paciente esposa de Odiseo (Ulises para los romanos).

Con un origen también mitológico tenemos a Magnes el pastor, un personaje de un cuento de Plinio el Viejo que convirtió en el descubridor accidental del magnetismo natural. Según narró Plinio, un día el pastor salió detrás de una oveja que buscaba a su cordero. En su búsqueda Magnes se encaramó a una gran piedra negra con la sorpresa de que los clavos de la suela de su calzado y la punta metálica de su lanza se quedaban «como pegados» a la roca. Magnes volvió para llevarse trozos de esa roca para que fueran admiradas sus propiedades en la ciudad. 

Imanes, magnesio y manganeso


Magnetita | Fuente
La región de Magnesia, la tierra del héroe Magnes, era una de las prefecturas griegas en las que se dividía la periferia de Tesalia. Actualmente es una unidad periférica con cinco municipios. Es una zona geológica con localizaciones muy ricas en el mineral periclasa (óxido de magnesio), al que en la antigüedad se le conocía como magnesia. Esta última contenía además del óxido de magnesio, carbonato de magnesio y óxido ferroso férrico (Fe3O2; magnetita). Estas piedras de Magnesia o de Magnes, como así se conocían dieron origen al término magnetismo, cuyas propiedades fueron descritas por Tales de Mileto en el siglo V a. C. 


El magnesio (Mg) es un elemento químico de número atómico 12 que fue reconocido por primera vez por el químico francoescocés Joseph Black en 1755, demostrando que la periclasa (óxido de hierro) era diferente de la cal (óxido de calcio). Medio siglo más tarde fue Humphry Davy, el mentor de Faraday, quien obtuvo magnesio metálico por primera vez mediante electrolisis en 1808. Davy sugirió inicialmente el nombre de «magnium» pero finalmente se adoptó la denominación que conocemos. 



El magnesio es el tercer metal más empleado en el mundo tras el hierro y el aluminio. Forma parte de la molécula de clorofila y es un elemento importante en nuestra dieta implicado en multitud reacciones bioquímicas. Sometido a una fuente de calor puede arder con facilidad, y en polvo se utilizaba hasta que se perfeccionaron las bombillas de flash, que también lo contenían, pero en forma de filamento confinado en una atmósfera de oxígeno. Los incendios donde hay magnesio metálico implicado son muy difíciles de apagar, reacciona con el oxígeno y con el nitrógeno del aire formando nitruro de magnesio, que dificulta aún más la extinción.


El manganeso (Mn) es un elemento metálico de número atómico 25. Carl Wilhelm Scheele - también conocido como Hard luck Scheele- lo descubrió, sin ser consciente de ello en 1774, pero fue finalmente el químico sueco Johan Gottlieb Gahn el que lo aisló e identificó. Sin embargo, y para ser justos, debemos reconocer al químico austríaco Ignatius Gottfried Kaim como el primero en describirlo. En su obra De metallis dubiis de 1770, una publicación poco difundida en su época, Ignatius G. Kaim describió la reducción del mineral pirolusita (dióxido de manganeso) con carbono y el resultado de la formación de un desconocido metal, el manganeso. 

El origen de su nombre también está relacionado con Magnesia y Magnes, al igual que el magnesio, pero es más confuso y no se conoce con total seguridad. Al parecer existían dos piedras de uso frecuente en Tesalia denominadas magnes, una que atraía el hierro (magnetita), asociada a la parte masculina, y otra que decoloraba el vidrio y representaba la parte femenina (pirolusita). Los vidrieros del siglo XVI diferenciaron ambas llamando al dióxido de manganeso  «manganesum» (con dos enes) para diferenciar mag n eias n egra (el mineral de color negro) del mag n alba eias (el mineral de color blanco). Así, el médico y arqueólogo italiano Michele Mercati llamó «manganesa» a la magnesia negra y finalmente el metal aislado de ella se denominó manganeso. El nombre de magnesia quedó solo para referirse al blanco (óxido de magnesio) y dos siglos después la diferencia entre magnesio y manganeso quedó resuelta.

El manganeso es un oligoelemento que está presente en enzimas e implicado en importantes procesos metabólicos. Tenemos alrededor de unos 10 mg de manganeso en nuestro cuerpo y sin él no podríamos vivir. Pero como ya dijo Paracelso «Sola dosis facit venenum» y el manganeso es un metal muy tóxico con efectos agudos, que se conocen desde su explotación minera, hasta otros de tipo crónico asociados a profesiones como la de soldador o en acerías. 


NOTA: Esta entrada participa en la LIX Edición del Carnaval de Química, edición praseodimio, acogido en la web de la imprescindible asociación Hablando de Ciencia.

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