Hacía tiempo que no traía a Carl Sagan por el blog. Y eso no es bueno. Acabo de hacer un búsqueda y hay más de cincuenta entradas relacionadas con él o donde aparece mencionado. Por no hablar del mismo título y espíritu de esta bitácora.
Hoy os dejo un documental biográfico bastante interesante que vi hace años y acabo de volver a ver. Muy recomendable para este domingo fronterizo.
Salud y buenas vacaciones
domingo, 31 de julio de 2016
sábado, 16 de julio de 2016
Principia, algo más que una revista
«Yo deseaba muchísimo aprender a dibujar, por una razón que mantuve para mí: quería transmitir una emoción que tengo acerca de la belleza del mundo» |
Desde el instante que cayó en mis manos el primer número de la revista Principia, hace un año, recordé esas palabras de Richard Feynman y que aparecen en su libro ¿Está usted de broma, Sr. Feynman?
No se me ocurre mejor ejemplo que recordar a Feynman para recomendar Principia Magazine, una revista de divulgación científica que une de forma exquisita artículos de divulgación con ilustraciones hiponotizantes. Nadie como él para expresar la unión del arte y la ciencia como forma de admirar la belleza de la naturaleza. Para explicarnos el placer de descubrir las cosas...
Se acaba de publicar el tercer número de la revista (para ser exactos el primero de la segunda temporada) y el resultado es de nuevo espectacular. Cada número gira en torno a una temática asimilada a un color o tonalidad, tanto divulgativa como ilustrativa, y en este caso la elegida fue la oscuridad.
Se acaba de publicar el tercer número de la revista (para ser exactos el primero de la segunda temporada) y el resultado es de nuevo espectacular. Cada número gira en torno a una temática asimilada a un color o tonalidad, tanto divulgativa como ilustrativa, y en este caso la elegida fue la oscuridad.
También hay una revista para niños, Principia Kids, unas maravillosas láminas, chapas, y una baraja de científicos, que reconozco es mi debilidad. Y todo a golpe de un clic.
Pero hay más. Principia es algo más que una revista. Es una sensación difícil de explicar pero que se percibe en cuanto se tiene entre las manos. Si hubiera que calificarlo de alguna manera hablaría de algo parecido a un sano fetiche. Un objeto de culto, para tenerlo cerca, para leerlo y acariciarlo... para ensimismarse con cada detalle. Y para inspirarse.
Principia, la revista, se puede conseguir en su tienda online y en estos puntos de venta físicos en España. Feynman no la dejaría escapar. ;-)
Pero hay más. Principia es algo más que una revista. Es una sensación difícil de explicar pero que se percibe en cuanto se tiene entre las manos. Si hubiera que calificarlo de alguna manera hablaría de algo parecido a un sano fetiche. Un objeto de culto, para tenerlo cerca, para leerlo y acariciarlo... para ensimismarse con cada detalle. Y para inspirarse.
Principia, la revista, se puede conseguir en su tienda online y en estos puntos de venta físicos en España. Feynman no la dejaría escapar. ;-)
sábado, 9 de julio de 2016
'Yo, superorganismo', de Jon Turney [Reseña]
El divulgador británico Jon Turney nos propone en su último libro, Yo, superorganismo: Aprendiendo a amar a nuestro ecosistema interior, un viaje alucinante al mundo microscópico que todos llevamos dentro. En nuestro microbioma humano, entendido como tal el conjunto de microorganismos que se localizan de manera habitual en distintas partes de nuestro organismo, nos encontramos con una cantidad diez veces mayor de bacterias que de células, que nos convierte en algo más del organismo, a secas, que creemos ser. [Sigue en El Buscalibros]
viernes, 8 de julio de 2016
La influencia de la mitología en la ciencia (33ª Parte): Tea
[Nota inicial: Se puede consultar el resto de entregas de la serie sobre la influencia de la mitología en la ciencia desde este enlace]
La Titánide Tea (o Tía), o también conocida como Eurifaesa, era una de las hijas de Urano y Gea. De su unión con su hermano Hiperión nacieron Helios, la personificación del Sol; Selene, la diosa de la Luna; y Eos, la Aurora, una hermosa diosa que abría las puertas del infierno dando paso a su hermano Helios en su carro.
A Tea se la consideraba como la diosa de la vista y del brillo luminoso del oro, la plata y otras piedras preciosas. Pero no es protagonista de ningún mito ni fue objeto de culto en la Grecia antigua. Por ese motivo su representación artística es prácticamente inexistente.
El origen de la Luna, un asteroide y unas chicharras australianas
Que Tea fuera la madre de Selene, diosa de la Luna, hizo fácil la asignación de su nombre para un protoplaneta implicado en la formación de nuestro satélite natural. Un objeto del tamaño de Marte que impactó con la Tierra hace 4.500 millones de años de forma muy violenta dando origen al nacimiento de Selene, la Luna, hija de Tea.
La Teoría del gran impacto es la más aceptada en la actualidad para explicar la formación de la Luna. La idea inicial viene de lejos y de la mano del hijo del gran Charles Darwin. El astrónomo George Darwin, famoso también por sus estudios sobre las mareas, sugirió en 1898 que la Tierra y la Luna podrían haber sido un único cuerpo en el pasado. Darwin creía que la Luna se desprendió de una Tierra giratoria incandescente primigenia por efecto de la fuerza centrífuga. Curiosamente esta teoría, que no explicaba cómo pudo llegar la Luna a su órbita, permaneció vigente hasta los años 70, donde se trató el tema en una conferencia internacional sobre satélites hasta que finalmente William K. Hartmann y Donald R. Davis plantearon la hipótesis del impacto en 1975. La denominación de Tea para el protoplaneta fue hecha por el geoquímico Alexander Halliday en el año 2000.
Tea es el nombre que recibe el asteroide descubierto en 1895 número 405 (no confundir con el 453, que se llama igual pero el origen de su nombre es desconocido) y también, en su denominación como Eurifaesa, el de una especie de chicharras llamada Dayus euryphaessa.
Finalmente, e inspirado de nuevo en la diosa Tea, el profesor de la universidad de Princeton N. Jeremy Kasdin propuso en este paper la construcción de un telescopio, el THEIA, Telescope for Habitable Exoplanets and Interstellar/Intergalactic Astronomy, para la búsqueda de exoplanetas como complemento al James Webb. Pero parece ser que de momento el proyecto está estancado.
Zeus y las Titánides, Guido Reni |
La Titánide Tea (o Tía), o también conocida como Eurifaesa, era una de las hijas de Urano y Gea. De su unión con su hermano Hiperión nacieron Helios, la personificación del Sol; Selene, la diosa de la Luna; y Eos, la Aurora, una hermosa diosa que abría las puertas del infierno dando paso a su hermano Helios en su carro.
A Tea se la consideraba como la diosa de la vista y del brillo luminoso del oro, la plata y otras piedras preciosas. Pero no es protagonista de ningún mito ni fue objeto de culto en la Grecia antigua. Por ese motivo su representación artística es prácticamente inexistente.
El origen de la Luna, un asteroide y unas chicharras australianas
Que Tea fuera la madre de Selene, diosa de la Luna, hizo fácil la asignación de su nombre para un protoplaneta implicado en la formación de nuestro satélite natural. Un objeto del tamaño de Marte que impactó con la Tierra hace 4.500 millones de años de forma muy violenta dando origen al nacimiento de Selene, la Luna, hija de Tea.
Impacto de Tea con la Tierra y formación de la Luna | Fuente |
La Teoría del gran impacto es la más aceptada en la actualidad para explicar la formación de la Luna. La idea inicial viene de lejos y de la mano del hijo del gran Charles Darwin. El astrónomo George Darwin, famoso también por sus estudios sobre las mareas, sugirió en 1898 que la Tierra y la Luna podrían haber sido un único cuerpo en el pasado. Darwin creía que la Luna se desprendió de una Tierra giratoria incandescente primigenia por efecto de la fuerza centrífuga. Curiosamente esta teoría, que no explicaba cómo pudo llegar la Luna a su órbita, permaneció vigente hasta los años 70, donde se trató el tema en una conferencia internacional sobre satélites hasta que finalmente William K. Hartmann y Donald R. Davis plantearon la hipótesis del impacto en 1975. La denominación de Tea para el protoplaneta fue hecha por el geoquímico Alexander Halliday en el año 2000.
Tea es el nombre que recibe el asteroide descubierto en 1895 número 405 (no confundir con el 453, que se llama igual pero el origen de su nombre es desconocido) y también, en su denominación como Eurifaesa, el de una especie de chicharras llamada Dayus euryphaessa.
Finalmente, e inspirado de nuevo en la diosa Tea, el profesor de la universidad de Princeton N. Jeremy Kasdin propuso en este paper la construcción de un telescopio, el THEIA, Telescope for Habitable Exoplanets and Interstellar/Intergalactic Astronomy, para la búsqueda de exoplanetas como complemento al James Webb. Pero parece ser que de momento el proyecto está estancado.
miércoles, 6 de julio de 2016
La influencia de la mitología en la ciencia (32ª Parte): Magnes
[Nota inicial: Se puede consultar el resto de entregas de la serie sobre la influencia de la mitología en la ciencia desde este enlace]
Cuando se estudia la mitología en profundidad resulta inevitable no sentirse abrumado por la gran cantidad de datos y fuentes, que resultan prácticamente inabarcables por su extensión y complejidad. También es algo desesperante encontrarse con personajes e historias que varían según se busquen en uno u otro libro. De todas formas, la belleza del mito lo compensa todo y al final no importa tanta dispersión. Ni siquiera molesta porque al final te acostumbras.
En el caso de Magnes, tenemos varias versiones de su genealogía. Normalmente se le considera como el héroe de la región de Magnesia, hijo de Éolo y Enáreta (o de Zeus y la náyade Thyia), y padre de Díctis, Píero y Polidectes. Pero también lo podemos encontrar como hijo de Argo y Perímele, y padre de Himeneo. Además Magnes de Zakynthos era uno de los pretendientes de Penélope, la paciente esposa de Odiseo (Ulises para los romanos).
Con un origen también mitológico tenemos a Magnes el pastor, un personaje de un cuento de Plinio el Viejo que convirtió en el descubridor accidental del magnetismo natural. Según narró Plinio, un día el pastor salió detrás de una oveja que buscaba a su cordero. En su búsqueda Magnes se encaramó a una gran piedra negra con la sorpresa de que los clavos de la suela de su calzado y la punta metálica de su lanza se quedaban «como pegados» a la roca. Magnes volvió para llevarse trozos de esa roca para que fueran admiradas sus propiedades en la ciudad.
Imanes, magnesio y manganeso
El magnesio (Mg) es un elemento químico de número atómico 12 que fue reconocido por primera vez por el químico francoescocés Joseph Black en 1755, demostrando que la periclasa (óxido de hierro) era diferente de la cal (óxido de calcio). Medio siglo más tarde fue Humphry Davy, el mentor de Faraday, quien obtuvo magnesio metálico por primera vez mediante electrolisis en 1808. Davy sugirió inicialmente el nombre de «magnium» pero finalmente se adoptó la denominación que conocemos.
El magnesio es el tercer metal más empleado en el mundo tras el hierro y el aluminio. Forma parte de la molécula de clorofila y es un elemento importante en nuestra dieta implicado en multitud reacciones bioquímicas. Sometido a una fuente de calor puede arder con facilidad, y en polvo se utilizaba hasta que se perfeccionaron las bombillas de flash, que también lo contenían, pero en forma de filamento confinado en una atmósfera de oxígeno. Los incendios donde hay magnesio metálico implicado son muy difíciles de apagar, reacciona con el oxígeno y con el nitrógeno del aire formando nitruro de magnesio, que dificulta aún más la extinción.
El manganeso (Mn) es un elemento metálico de número atómico 25. Carl Wilhelm Scheele - también conocido como Hard luck Scheele- lo descubrió, sin ser consciente de ello en 1774, pero fue finalmente el químico sueco Johan Gottlieb Gahn el que lo aisló e identificó. Sin embargo, y para ser justos, debemos reconocer al químico austríaco Ignatius Gottfried Kaim como el primero en describirlo. En su obra De metallis dubiis de 1770, una publicación poco difundida en su época, Ignatius G. Kaim describió la reducción del mineral pirolusita (dióxido de manganeso) con carbono y el resultado de la formación de un desconocido metal, el manganeso.
El origen de su nombre también está relacionado con Magnesia y Magnes, al igual que el magnesio, pero es más confuso y no se conoce con total seguridad. Al parecer existían dos piedras de uso frecuente en Tesalia denominadas magnes, una que atraía el hierro (magnetita), asociada a la parte masculina, y otra que decoloraba el vidrio y representaba la parte femenina (pirolusita). Los vidrieros del siglo XVI diferenciaron ambas llamando al dióxido de manganeso «manganesum» (con dos enes) para diferenciar mag n eias n egra (el mineral de color negro) del mag n alba eias (el mineral de color blanco). Así, el médico y arqueólogo italiano Michele Mercati llamó «manganesa» a la magnesia negra y finalmente el metal aislado de ella se denominó manganeso. El nombre de magnesia quedó solo para referirse al blanco (óxido de magnesio) y dos siglos después la diferencia entre magnesio y manganeso quedó resuelta.
El manganeso es un oligoelemento que está presente en enzimas e implicado en importantes procesos metabólicos. Tenemos alrededor de unos 10 mg de manganeso en nuestro cuerpo y sin él no podríamos vivir. Pero como ya dijo Paracelso «Sola dosis facit venenum» y el manganeso es un metal muy tóxico con efectos agudos, que se conocen desde su explotación minera, hasta otros de tipo crónico asociados a profesiones como la de soldador o en acerías.
NOTA: Esta entrada participa en la LIX Edición del Carnaval de Química, edición praseodimio, acogido en la web de la imprescindible asociación Hablando de Ciencia.
Ilustración de Magnes el pastor (siglo XIX) | Fuente |
Cuando se estudia la mitología en profundidad resulta inevitable no sentirse abrumado por la gran cantidad de datos y fuentes, que resultan prácticamente inabarcables por su extensión y complejidad. También es algo desesperante encontrarse con personajes e historias que varían según se busquen en uno u otro libro. De todas formas, la belleza del mito lo compensa todo y al final no importa tanta dispersión. Ni siquiera molesta porque al final te acostumbras.
En el caso de Magnes, tenemos varias versiones de su genealogía. Normalmente se le considera como el héroe de la región de Magnesia, hijo de Éolo y Enáreta (o de Zeus y la náyade Thyia), y padre de Díctis, Píero y Polidectes. Pero también lo podemos encontrar como hijo de Argo y Perímele, y padre de Himeneo. Además Magnes de Zakynthos era uno de los pretendientes de Penélope, la paciente esposa de Odiseo (Ulises para los romanos).
Con un origen también mitológico tenemos a Magnes el pastor, un personaje de un cuento de Plinio el Viejo que convirtió en el descubridor accidental del magnetismo natural. Según narró Plinio, un día el pastor salió detrás de una oveja que buscaba a su cordero. En su búsqueda Magnes se encaramó a una gran piedra negra con la sorpresa de que los clavos de la suela de su calzado y la punta metálica de su lanza se quedaban «como pegados» a la roca. Magnes volvió para llevarse trozos de esa roca para que fueran admiradas sus propiedades en la ciudad.
Imanes, magnesio y manganeso
Magnetita | Fuente |
La región de Magnesia, la tierra del héroe Magnes, era una de las prefecturas griegas en las que se dividía la periferia de Tesalia. Actualmente es una unidad periférica con cinco municipios. Es una zona geológica con localizaciones muy ricas en el mineral periclasa (óxido de magnesio), al que en la antigüedad se le conocía como magnesia. Esta última contenía además del óxido de magnesio, carbonato de magnesio y óxido ferroso férrico (Fe3O2; magnetita). Estas piedras de Magnesia o de Magnes, como así se conocían dieron origen al término magnetismo, cuyas propiedades fueron descritas por Tales de Mileto en el siglo V a. C.
El magnesio (Mg) es un elemento químico de número atómico 12 que fue reconocido por primera vez por el químico francoescocés Joseph Black en 1755, demostrando que la periclasa (óxido de hierro) era diferente de la cal (óxido de calcio). Medio siglo más tarde fue Humphry Davy, el mentor de Faraday, quien obtuvo magnesio metálico por primera vez mediante electrolisis en 1808. Davy sugirió inicialmente el nombre de «magnium» pero finalmente se adoptó la denominación que conocemos.
El magnesio es el tercer metal más empleado en el mundo tras el hierro y el aluminio. Forma parte de la molécula de clorofila y es un elemento importante en nuestra dieta implicado en multitud reacciones bioquímicas. Sometido a una fuente de calor puede arder con facilidad, y en polvo se utilizaba hasta que se perfeccionaron las bombillas de flash, que también lo contenían, pero en forma de filamento confinado en una atmósfera de oxígeno. Los incendios donde hay magnesio metálico implicado son muy difíciles de apagar, reacciona con el oxígeno y con el nitrógeno del aire formando nitruro de magnesio, que dificulta aún más la extinción.
El manganeso (Mn) es un elemento metálico de número atómico 25. Carl Wilhelm Scheele - también conocido como Hard luck Scheele- lo descubrió, sin ser consciente de ello en 1774, pero fue finalmente el químico sueco Johan Gottlieb Gahn el que lo aisló e identificó. Sin embargo, y para ser justos, debemos reconocer al químico austríaco Ignatius Gottfried Kaim como el primero en describirlo. En su obra De metallis dubiis de 1770, una publicación poco difundida en su época, Ignatius G. Kaim describió la reducción del mineral pirolusita (dióxido de manganeso) con carbono y el resultado de la formación de un desconocido metal, el manganeso.
El origen de su nombre también está relacionado con Magnesia y Magnes, al igual que el magnesio, pero es más confuso y no se conoce con total seguridad. Al parecer existían dos piedras de uso frecuente en Tesalia denominadas magnes, una que atraía el hierro (magnetita), asociada a la parte masculina, y otra que decoloraba el vidrio y representaba la parte femenina (pirolusita). Los vidrieros del siglo XVI diferenciaron ambas llamando al dióxido de manganeso «manganesum» (con dos enes) para diferenciar mag n eias n egra (el mineral de color negro) del mag n alba eias (el mineral de color blanco). Así, el médico y arqueólogo italiano Michele Mercati llamó «manganesa» a la magnesia negra y finalmente el metal aislado de ella se denominó manganeso. El nombre de magnesia quedó solo para referirse al blanco (óxido de magnesio) y dos siglos después la diferencia entre magnesio y manganeso quedó resuelta.
El manganeso es un oligoelemento que está presente en enzimas e implicado en importantes procesos metabólicos. Tenemos alrededor de unos 10 mg de manganeso en nuestro cuerpo y sin él no podríamos vivir. Pero como ya dijo Paracelso «Sola dosis facit venenum» y el manganeso es un metal muy tóxico con efectos agudos, que se conocen desde su explotación minera, hasta otros de tipo crónico asociados a profesiones como la de soldador o en acerías.
NOTA: Esta entrada participa en la LIX Edición del Carnaval de Química, edición praseodimio, acogido en la web de la imprescindible asociación Hablando de Ciencia.
martes, 5 de julio de 2016
El lado oscuro de la psicología positiva [Podcast de la UNED]
Mi interés por la psicología positiva viene de lejos. En concreto, de un curso al que me apunté en el año 2009 organizado por la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia. Un extenso curso, que reconozco sin pudor, me gustó bastante y lo disfruté en su día. Pero con los años, las lecturas y las conversaciones con expertos (a destacar mis imprescindibles @HelenaMatute y @eparquiodelgado) ha ido cambiando mi punto de vista -siempre profano- sobre esta disciplina. Nunca caí, ni durante el curso ni después, en creer en los «buenrrollismos», ni me enseñaron que que la psicología positiva fuera eso, y creo que el profesor del curso fue honesto, pero ahora mismo coincido bastante con lo que se manifiesta en este podcast de la UNED que os recomiendo escuchar.
¡Salud!
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