«(...) Lo peor que le ha ocurrido a la educación científica es que ha desaparecido la diversión. Un gran número de estudiantes consideran un trabajo penoso que hay que realizar de camino a la facultad de medicina. Otros miran de cerca a los estudiantes de premédica, batallando en busca de notas altas y presencia en la clase y se les pasan las ganas. Muy pocos de ellos ven a la ciencia como la grandiosa aventura que es en realidad, la exploración más enloquecida jamás emprendida por los seres humanos, la oportunidad de ver de cerca cosas que jamás han sido vistas, la más astuta maniobra para ver cómo funciona el mundo. Por el contrario, quedan desconcertados desde el principio, y llegan a creer que el desconcierto no es más que el resultado de no haber aprendido todos los datos. No se les dice, como se debiera, que todos los demás -desde el profesor en su poltrona tapizada hasta los pelotones de estudiantes doctorados que pasan las noches en los laboratorios- estamos también desconcertados. Todo paso científico adelante con aspecto de respuesta ha resultado ser, más pronto o más tarde -habitualmente pronto- una pregunta. Y el juego no ha hecho más que empezar.
La capacidad de apreciar lo que ocurre en las ciencias hoy, y todo lo que queda por explorar, debería ser una de las recompensas de la educación humanista. Debería ser un beneficio por sí misma, no algo que se adquiere en el camino hacia una carrera profesional, sino parte de la actitud mental necesaria para entrar en el tipo de siglo que nos espera a la vuelta de la esquina. Parte del equipamiento intelectual de una persona culta, sea cual sea el modo en el que emplee su tiempo, debería ser una sensación de apreciación de lo raro en la naturaleza, de las cosas inexplicables.
Y tal vez, solo tal vez, podría arraigar una nueva serie de cursos que trataran sistemáticamente la ignorancia en las ciencias. (...)»
-Lewis Thomas-
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Este fragmento corresponde a un artículo titulado "Ciencias y humanidades" recogido en el libro Reflexiones nocturnas escuchando la Novena Sinfonía de Mahler de Lewis Thomas. Un libro que acabo de leer y que me recomendó mi buen amigo @jralonso3. He recordado especialmente este fragmento tras leer esta interesante y lúcida reflexión, no sé si nocturna o diurna, de otro amigo, de @uhandrea. Gracias a los dos.
Prometo reseña del libro de Lewis Thomas en cuanto pueda :-)
ResponderEliminarFíjate que no me acaba de convencer la primera frase.... ¿Puede desaparecer algo que quizás nunca tuvo? No dejo de darle vueltas....
ResponderEliminarSi puedes lee el artículo completo. Quizá quede más claro el concepto de 'diversión'. Creo.
EliminarSalud
Totalmente de acuerdo, tal vez no haya un método perfecto e infalible, pero si hay unos componentes que no deberían faltar en el aprendizaje y la educación. Muy buenos contenidos, me encanta vuestro blog.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge.
EliminarUn saludo
Qué razón tiene el tipo y qué de cerca lo tenemos todos. Cuántas veces se dice de alguien que "pasó por la Universidad pero la Universidad no pasó por el"
ResponderEliminarUn besote.
Me apunto el refrán ;-)
EliminarAbrazote