Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley (1797-1851), fue la autora del que, en mi humilde opinión, es uno de los mejores libros que he leído. Un libro que recomiendo siempre que puedo. Un libro que Shelley concibió con solo 19 años y que ha pasado a la historia como la primera obra escrita del género de la ciencia ficción. Está claro que estoy hablando de Frankenstein o el moderno Prometeo, publicado en 1818 aunque la versión que conocemos es la final de 1831. Si no lo has leído, agradecería, de hecho más bien te rogaría, que cerraras este post y corrieras (sí, corre porque hay spoilers) a leerlo inmediatamente. Seguramente habrás visto las distintas adaptaciones cinematográficas de esta joya, algunas son merecidos clásicos del cine y crees que el libro no te descubrirá nada nuevo. Error, grave error. El libro es magnífico. Una obra maestra.
La historia de la génesis de Frankenstein, en la casa que Lord Byron tenía en Villa Diodati, durante el verano de 1816 es bastante conocida. Y apasionante. En una tormentosa noche, tras leer una antología alemana de historias de fantasmas, Byron retó a los Shelley, a Mary y su esposo Percy, y a su médico personal John Polidori a escribir un texto de terror en una sola noche. Percy trabajó en su poema Mont Blanc, Byron dejó inconcluso Fragment of a Novel, Polidori se atrevió con El vampiro y lo terminó, y Mary Shelley ideó uno de los mitos más famosos de la historia de la literatura, un mito que ha traspasado fronteras hacia otras formas de expresión artística.
Como conté hace más de un año en esta reseña del libro Frankenstein. El mito de la vida artificial, Mary Shelley tuvo un acceso privilegiado a obras literarias y científicas de primer nivel en su época. Su padre, el político y escritor William Godwin, era un personaje muy influyente y muy bien relacionado en el ambiente londinense de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su biblioteca era excelsa y la joven Mary tenía al alcance de su mano una inmensa colección de títulos científicos en donde destacaban obras como On the Chemical Effects of Electricy (1806) o Elements of Chemical Philosophy (1812) de Humphry Davy, Zoonomia or the Laws of Organic Life (1794) de Erasmus Darwin -el abuelo de Charles Darwin-, y otros libros de autores como Paracelso, Alberto Magno o Ramón Llull.
Y aunque la influencia científica más importante para el personaje de Frankenstein fueran las investigaciones y descubrimientos de Benjamin Franklin sobre la electricidad (a quién Kant bautizó como «un nuevo Prometeo que había robado el fuego al cielo»), concretamente sobre el químico y poeta Humphry Davy hay escrita una anotación de Mary Shelley en octubre de 1816, apenas dos meses después de la famosa noche en Villa Diodati. Este listado muestra en orden cronológico las lecturas de Mary (echadle un vistazo porque no tiene despercidio) y, efectivamente, aparece el libro de Davy Elements of Chemical Philosophy, aunque según algunos biógrafos lo más probable fuera que Mary Shelley también leyera A Discourse introductory to a Course of Lectures on Chemistry, una introducción a las famosas charlas que dió Davy en la Royal Institution y que podemos leer aquí. De hecho, una joven Mary de catorce años acompañó a su padre a una de estas conferencias de Humphry Davy, concretamente en el año 1812.
Un Davy que en su versión poética, que lo era y bueno, encandiló con seguridad a la joven Shelley con palabras como estas:
Mary Shelley |
Y aunque la influencia científica más importante para el personaje de Frankenstein fueran las investigaciones y descubrimientos de Benjamin Franklin sobre la electricidad (a quién Kant bautizó como «un nuevo Prometeo que había robado el fuego al cielo»), concretamente sobre el químico y poeta Humphry Davy hay escrita una anotación de Mary Shelley en octubre de 1816, apenas dos meses después de la famosa noche en Villa Diodati. Este listado muestra en orden cronológico las lecturas de Mary (echadle un vistazo porque no tiene despercidio) y, efectivamente, aparece el libro de Davy Elements of Chemical Philosophy, aunque según algunos biógrafos lo más probable fuera que Mary Shelley también leyera A Discourse introductory to a Course of Lectures on Chemistry, una introducción a las famosas charlas que dió Davy en la Royal Institution y que podemos leer aquí. De hecho, una joven Mary de catorce años acompañó a su padre a una de estas conferencias de Humphry Davy, concretamente en el año 1812.
Un Davy que en su versión poética, que lo era y bueno, encandiló con seguridad a la joven Shelley con palabras como estas:
«Chemistry is that part of natural philosophy which relates to those intimate actions of bodies upon each other, by which their appearances are altered, and their individuality destroyed. (...)
The phenomena of combustion, of the solution of different substances in water, of the agencies of fire; the production of rain, hail, and snow, and the conversion of dead matter into living matter by vegetable organs, all belong to chemistry: and . . . can be accurately explained only by an acquaintance with the fundamental and general chemical principles»
Pero lo curioso es que, como algunos autores señalan, el personaje principal de la novela, el inolvidable doctor Victor Frankenstein, está inspirado ni más ni menos que en el mismísimo Sir Humphry Davy. La frase de Davy «science has ... bestowed upon man powers which may be called creative; which have enabled him to change and modify the beings around him» encaja perfectamente en el espíritu vitalista de Victor y además, si alguien ha leído el libro (si has llegado hasta aquí es porque lo has leído), recordará la influencia del profesor Waldman sobre el joven doctor Frankenstein cuando asiste a una de sus conferencias, como las que daba Humphry Davy en la Royal Institution.-H. Davy, A Discourse Introductory (1802)-
«Empezó su conferencia con un resumen histórico de la química y los diversos progresos llevados a cabo por los sabios, pronunciando con gran respeto el nombre de los investigadores más relevantes. Pasó entonces a hacer una exposición rápida del estado actual en el que se encontraba la ciencia, y explicó muchos términos elementales. Tras algunos experimentos preparatorios concluyó con un panegírico de la química moderna, en términos que nunca olvidaré.
–Los antiguos maestros de esta ciencia –dijo– prometían cosas imposibles, y no llevaban nada a cabo.
Los científicos modernos prometen muy poco; saben que los metales no se pueden transmutar, y que el elixir de la vida es una ilusión. Pero éstos filósofos, cuyas manos parecen hechas sólo para hurgar en la suciedad, y cuyos ojos parecen servir tan sólo para escrutar con el microscopio o el crisol, han conseguido milagros. Conocen hasta las más recónditas intimidades de la naturaleza y demuestran cómo funciona en sus escondrijos. Saben del firmamento, de cómo circula la sangre y de la naturaleza del aire que respiramos.
Poseen nuevos y casi ilimitados poderes; pueden dominar el trueno, imitar terremotos, e incluso parodiar el mundo invisible con su propia sombra»
Y en especial cuando señala la importancia de la química, que para Waldman era:
«La química es la parte de la filosofía natural en la cual se han hecho y se harán mayores progresos; precisamente por eso la escogí como dedicación. Pero no por ello he abandonado las otras ramas de la ciencia. Mal químico sería el que se limitara exclusivamente a esa porción del conocimiento humano»
Victor Frankenstein (Peter Cushing) | 1967 |
Cuando me preparé esta charla para Naukas Bilbao sobre cine y química me resultó curioso, como dicen M. Griep y M. Mikasen en su libro Reaction! Chemistry in the Movies, que cuando preguntaron por la primera película de la historia del cine donde aparece la química de forma relevante la mayoría de la gente responde que la primera adaptación de Frankenstein (1910) o la versión más conocida de James Whale de 1931. Y no es así. El cine ha obviado la química en Frankenstein en casi todas las adaptaciones de la novela original de Mary Shelley donde sí estaba presente. Como dije en la charla, la primera película de la historia del cine donde la química aparece como ciencia fue Jekyll y Hyde.
Humphry Davy (1778-1829) fue una de las figuras científicas más destacada e influyente de su época. De origen humilde, gracias a su esfuerzo y talento se convirtió en el primer profesor de química de la Royal Institution, aisló metales como el sodio, potasio, estroncio y bario, identificó el cloro y el yodo como elementos químicos, inventó una lámpara de seguridad que salvó muchas vidas en la minería, definió el carácter ácido de las sustancias químicas, descubrió las propiedades anestésicas del óxido nitroso y como hemos podido ver, también tuvo su hueco en la historia de la literatura universal.
Más información:
Recordando a uno de los grandes: Humphry Davy (1778-1829), Bernardo Herradón.
La edad de los prodigios: terror y belleza en la ciencia del Romanticismo, Richard Holmes.
El mito de la vida artificial, Tomás F. Valentí y Antonio J. Navarro.
La lámpara de Davy, Daniel Torregrosa.
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NOTA: Esta entrada participa en la XXVIII Edición del Carnaval de Química, la del níquel, que se celebra en el blog Flagellum. Impulsando la concepción de la ciencia.
NOTA: Esta entrada participa en la XXVIII Edición del Carnaval de Química, la del níquel, que se celebra en el blog Flagellum. Impulsando la concepción de la ciencia.