Faraday divulgando la ciencia en la Royal Institution (1856) |
Pero quizá sea menos conocida de Faraday su faceta como divulgador científico. De hecho, fue una conferencia de divulgación la que le cambió la vida. El 24 de febrero de 1812 Faraday asistió a una charla de Humphry Davy en la Royal Institution (RI), una organización fundada en 1799 que se dedicaba -y dedica- a la educación e investigación científica. Y el resto es la historia que todos conocemos. De origen muy humilde, Faraday nunca fue a la universidad, y esta clase de conferencias eran de las pocas oportunidades que existían de acceder a la ciencia fuera de las aulas del sistema elitista universitario de la Inglaterra de principios del siglo XIX.
Años más tarde era ya el propio Michael Faraday quien impartía estas conferencias en la RI y preocupado por hacer bien su trabajo se dedicó a perfeccionar el arte de hablar y transmitir en público. En una carta a su amigo Abbott, Faraday expone una serie de consejos sobre cómo tiene que ser una conferencia de divulgación. Merece la pena echarle un vistazo (traducción extraída del libro El gran cambio en la Física de J.A. Díaz-Hellín):
«No conviene que la mesa de la conferencia esté atestada de aparatos, y es conveniente que las experiencias se distribuyan uniformemente durante el transcurso de la exposición.
(...) La cualidad que más realza a un conferenciante, aunque tal vez no sea la más importante, es una buena elocución (...). El conferenciante debe producir impresión de serenidad y facilidad, no debe parecer preocupado, ni temeroso, ni desatento, ni con la mente concentrada en la contemplación y descripción de su tema. Sus gestos no deben ser apurados o violentos, sino lentos, fáciles y naturales, consistentes principalmente en el cambio de la posición del cuerpo, con el objeto de evitar la impresión de tiesura o de monotonía que de otro modo resultaría inevitable. Todo su comportamiento debe evidenciar respeto por el auditorio y de ninguna manera debe olvidar que se halla en su presencia. Ningún accidente debe alterar su compostura o modificar su comportamiento, salvo que afecte a la comodidad del auditorio; nunca en lo posible, debe volver la espalda al público, y en cambio, debe darle todos los motivos para que piense que el conferenciante ha concentrado toda su energía para procurarle entretenimiento e instrucción»
Pues habrá que tomar nota ;-)
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Esta entrada participa en la XXVI Edición del Carnaval de Química alojado por segunda vez en el genial blog de @luisccqq El cuaderno de Calpurnia Tate.