Diana observando la luna con su telescopio | Fuente |
“Los niños pasan gran parte de su infancia impulsados por una curiosidad natural e insaciable por la vida, pero en algún punto de ese trayecto, todos extinguimos esa llama de la curiosidad.” –Michio Kaku-
Si miramos a nuestro alrededor, el interés por la ciencia y el conocimiento científico en general es un hecho cultural reducido a una pequeña parte de la población. Basta con encender el televisor o la radio a cualquier hora, acercarse a un quiosco de prensa o a una librería, o preguntarle a cualquiera que pase por nuestro lado cuántos planetas hay en el Sistema Solar…. La pasión por la ciencia, en el mundo de los adultos, es un reducto reservado a una reducida minoría.
Pero hagamos un experimento mental. Vayamos a la calle, a un lugar donde haya muchos niños, por ejemplo un jardín donde jueguen al salir del colegio. ¿Qué creéis que ocurriría si nos ponemos delante de ellos y les enseñamos un insecto, planta o trozo de piedra para observarlo a través de un microscopio? ¿O si preparamos un improvisado volcán de lava casero con bicarbonato y vinagre? ¿O aprovechando el atardecer de este mes de marzo, dirigimos un telescopio hacia Júpiter y Venus para verlos en todo su esplendor? Todos tenemos clara la imagen de que los niños se acercarían a mirar, tocar y preguntar, quizá con cierta timidez al principio, pero al final ninguno querría perderse el espectáculo.
Sabemos e intuimos que lo anterior es cierto, pero nos resignamos a que en unos pocos años se pierda ese interés espontáneo, inocente y sincero hacia la magia de la realidad. Pondremos la excusa de la edad, los profesores que no han sabido motivar o los amigos que han sido una mala influencia. Aceptaremos con resignación e indiferencia las palabras de Michio Kaku con las que empezaba este post.
La ciencia nos enseña a vivir con los ojos abiertos. Los niños viven con los ojos abiertos y si hay cualquier cosa que esté en nuestras manos que podamos hacer para no cerrárselos, debemos hacerlo.
Hagamos el esfuerzo de traducir la ciencia a nuestros hijos, tal y como hacía el padre del físico y premio Nobel Richard Feynman cuando éste era un niño. El esfuerzo siempre tiene su recompensa. Si no sabes de qué estoy hablando, no te pierdas este vídeo (hacia el minuto 3:40):
Te aseguro que es uno de los post que he leido tuyos que más me ha gustado, y mira que son muchos los que me han encantado. Te puedo asegurar que me ha hecho pensar sobre mi queharcer diario..y obraré en consecuencia
ResponderEliminarUn abrazo
Jose
No tengo hijos, pero intento en la medida de lo posible, inculcar y mantener ese espíritu curioso por la Ciencia a los niños que tengo cerca. A mis sobrinas aprovecho momento que estoy con ellas para contarles o responderles dudas, aunque algunas se me escapan y tiran más hacia medicina! Tú pasarás por ahí dentro de poco ;-) #nuncacreeríaisloquemehanllegadoapreguntar
ResponderEliminarHace un par de días regalé a un niño de 7 años un libro chulísimo de "experimentos científicos en casa" y para mi satisfacción, ese mismo día ya quería empezar a construir cosas y experimentar. Me gustaría más que, pasado el tiempo, me enterara que sigue haciendo experimentos de ese libro.
Me ha emocionado este post y el original de Stas.... esa niña de la foto tiene mucha suerte.
Un abrazo Dani
Jose, Rosa, muchas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarPD.- Rosa, no puedes pasar por aquí, hablar de un libro de ciencia para niños y no dar el ISBN al menos XDDD
Ya lo sé! jejeje he caído después... le preguntaré a mi jefe porque el libro era para su hijo :S
EliminarHe pensado lo mismo, quiero la referencia de ese libro!!! Por favor, claro está.
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