Hennig Brandt (1630-1692), a quien autores como Isaac Asimov (Breve historia de la química) denominan como «el último alquimista» pese a que hubo muchos otros tras él, fue unEl alquimista, en busca de la piedra filosofal, descubre el fósforo y ruega por el éxito y la conclusión de su obra como era la costumbre de los antiguos astrólogos alquimistas. (Joseph Wright of Derby, 1771) | Fuente
Brandt buscaba el sueño de la alquimia, la piedra filosofal, la posibilidad de transmutar los metales vulgares en preciado oro. Y se fijó en el agua, pero más concretamente en la orina y la posibilidad de combinación de la misma con otros materiales. Tras recoger una gran cantidad de orina (se habla de al menos 50 cubos) la dejó reposar durante un par de semanas para seguidamente calentarla, evaporando todo el agua, quedándose con el residuo sólido seco. Mezcló el polvo de este sólido con arena, calentó en un horno el combinado y recogió el vapor generado en un recipiente. Cuando el vapor se enfrió Brandt se encontró con un material sólido de color blanco, que ardía con llama muy llamativa y brillaba en la oscuridad. Precisamente esta última característica fue la que le dio nombre: phosphorus mirabilis, el portador de la luz milagroso.
La esplendorosa luz que emana del matraz en el cuadro de Joseph Wright que abre este post, no es comparable a la producida por el fósforo recién sintetizado, resulta algo exagerada si la comparamos con la realidad, salvo que sea fósforo blanco ardiendo. El motivo del autor al reflejar tan evocadora inundación luminosa del laboratorio era bien distinto. Existen múltiples interpretaciones sobre esta obra de arte, cuyo título simplificado es El alquimista, para la que algunos autores afirman que representa el triunfo de la ciencia empírica sobre el oscurantismo y la superstición (Weighing Light: the role of metaphor in 18th century optical discourse, G. Cantor), pero otros no lo tienen tan claro (Light and Enlightenment in Joseph Wright of Derby's The Alchymist). De hecho, hasta se duda de que el personaje que encarna la figura del iluminado alquimista sea Henning Brandt.
No me pronuncio. Me parece un cuadro magnífico y una perfecta excusa para aprender un poco más de la historia de la química. ¿Lo he conseguido? :-)
NOTA: Esta entrada participa en la XI edición del Carnaval de Química que se celebra este mes en el recomendable blog La aventura de la ciencia.
Por mi parte, si lo has conseguido :)
ResponderEliminarMuy curiosa la historia del descubrimiento del Fósforo!
ResponderEliminarAhora, no me negarás que algo de raro tenía un señor que guardaba litros y litros de orina....
Aunque siendo alemán igual no le había costado mucho tiempo acumularla ;)
Saludos.
Carlos
@Anónimo: Gracias. Un placer. :)
ResponderEliminar@TALsite: Los alquimistas eran muy raritos de por sí, nada comparable a sus herederos, los químicos de la actualidad :P
Un saludo a los dos!
Muy interesante, no conocía la historia.
ResponderEliminarNos podían haber contado más cosas de estas en las clases de química inorgánica......
Interesante y curiosa historia Dani. Un abrazo :)
ResponderEliminarSí.
ResponderEliminar;)
EvA, guillermo, Chuan-Che: Muchas gracias. Me alegro :)
ResponderEliminarEn efecto. El hombre gusrdaba la orina para que su esposa no sospechara de su brutal ingesta de cerveza. Pensó en evaporarla porque la casa empezaba a oler a orina como si vivieran en ella treinta gatos y, de ese modo, eliminaba cualquier sospecha de que se había pimplado un bidón de Franziskaner.
ResponderEliminarEsta explicación es lógica y veraz porque si hubiese sido un pirao que evaporó su zumo glomerular, también habría desecado sus detritus sólidos cual huevas de mujol y habría descubierto porqué a Juan Luis Guerra le subía la Bilirrubina.
Tranquilos, es transitorio.
Y sí, me ha encantado el post y el transmisor FM.
ResponderEliminarDani for president.
NAATI Translation services provide certified translations for official documents, ideal for visa applications, business needs, or academic purposes. Recognized by Australian authorities, NAATI-certified translations ensure accuracy and acceptance, making them essential for seamless immigration processes.
ResponderEliminar