lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Nos interesa la verdad? [Extracto de El mundo y sus demonios]



¿Nos interesa la verdad? ¿Tiene alguna importancia? 

... donde la ignorancia es una bendición es una locura ser sabio, 
escribió el poeta Thomas Gray. Pero, ¿es así? Edmund Way Teale, en su libro de 1950 Círculo de las estaciones, planteó mejor el dilema: 

Moralmente es tan malo no querer saber si algo es verdad o no, siempre que permita sentirse bien, como lo es no querer saber cómo se gana el dinero siempre que se consiga. 
Por ejemplo, es descorazonador descubrir la corrupción y la  incompetencia del gobierno, pero ¿es mejor no saber nada de ello? ¿A qué intereses sirve la ignorancia? Si los humanos tenemos, por ejemplo, una propensión hereditaria al odio a los forasteros, ¿no es el autoconocimiento el único antídoto? Si ansiamos creer que las estrellas salen y se ponen para nosotros, que somos la razón por la que hay un universo, ¿es negativo el servicio que nos presta la ciencia para rebajar nuestras expectativas?

En La genealogía de la moral, Friedrich Nietzsche, como tantos antes y después, critica el «progreso ininterrumpido en la autodesvalorización del hombre» causado por la revolución científica. Nietzsche lamenta la pérdida de la «creencia del hombre en su dignidad, su unicidad, su insustituibilidad en el esquema de la existencia». Para mí es mucho mejor captar el universo como es en realidad que persistir en el engaño, por muy satisfactorio y reconfortante que sea. ¿Qué actitud es la que nos equipa mejor para sobrevivir a largo plazo? ¿Qué nos da una mayor influencia en nuestro futuro? Y si nuestra ingenua autoconfianza queda un poco socavada en el proceso, ¿es tan grande la pérdida, en realidad? ¿No hay motivo para darle la bienvenida como una experiencia que hace madurar e imprime carácter?


Descubrir que el universo tiene de ocho mil a quince mil millones de años y no de seis mil a doce mil mejora nuestra apreciación de su alcance y grandeza; mantener la idea de que somos una disposición particularmente compleja de átomos y no una especie de hálito de divinidad, aumenta cuando menos nuestro respeto por los átomos; descubrir, como ahora parece posible, que nuestro planeta es uno de los miles de millones de otros mundos en la galaxia de la Vía Láctea y que nuestra galaxia es una entre miles de millones más, agranda majestuosamente el campo de lo posible; encontrar que nuestros antepasados también eran los ancestros de los monos nos vincula al resto de seres vivos y da pie a importantes reflexiones -aunque a veces lamentables- sobre la naturaleza humana.

Sencillamente, no hay vuelta atrás. Nos guste o no, estamos atados a la ciencia. Lo mejor sería sacarle el máximo provecho. Cuando finalmente lo aceptemos y reconozcamos plenamente su belleza y poder, nos encontraremos con que, tanto en asuntos espirituales como prácticos; salimos ganando.

Pero la superstición y la pseudociencia no dejan de interponerse en el camino para distraenos, proporcionar respuestas fáciles, evitar el escrutinio escéptico, apelar a nuestros temores y devaluar la experiencia, convirtiéndonos en practicantes rutinarios y cómodos además de víctimas de la credulidad.

               --Carl Sagan, El mundo y sus demonios--

3 comentarios:

  1. Qué genial... mira que lo digo veces, cada vez que me despago descubriendo cosas de esta sociedad de caca en la que vivimos... "la ignorancia es felicidad". Por supuesto es mejor ser consciente de que la caca es caca para poder evitar su mal olor, por doloroso que resulte. Pero en realidad no es tan doloroso, yo en su momento intenté también manifestar el pensamiento de que no por descubrir más y más cosas acerca de nuestra naturaleza debemos sentirnos menos especiales, en aquel post de "Soy materia".

    Siempre grande, el Sagan...

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  2. Honestamente, no creo que la creencia en lo sobrenatural desvalorice el universo. Al contrario, mientras más sabemos, más buscamos recursos y somos insaciables y dañamos paisajes y entornos. No veo a la gente más cercana a la naturaleza gracias a la ciencia, ni siquiera más culta. La ciencia puede ser útil para muchas cosas, pero no fue creada para llenar la necesidad que tenemos de ver el significado de las cosas, pues la curiosidad es sólo una parte de esa espiritualidad natural que tenemos.

    Si dejamos de preguntarnos el significado,¿Por qué seguir descubriendo? ¿Para qué vivir?

    Yo pienso que lo divino es importante. Creo en Dios y acepto la evidencia científica sin nongún problema; curiosamente los ateos que conozco no necesariamente entienden la ciencia que dicen aceptar.

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    1. Hola Josell. Gracias por pasar.

      No comparto tus afirmaciones. Y menos aún el fatalismo: ¿Por qué seguir descubriendo? ¿Para qué vivir?

      Motivos sobran mires donde mires, y no solo en la espiritualidad.

      Yo también fui creyente, y no me arrepiento de ello ni lo escondo, pero te puedo asegurar, como dice Sagan, que nos guste o no, estamos atados a la ciencia.

      Un saludo

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